Los alumnos, casi por unanimidad, han elegido al candidato número uno. Han preferido las enseñanzas de Sócrates a las de los sofistas. La razón que esgrimen es que no se puede ganar a cualquier precio. Ellos entienden que hay que defender siempre lo que es justo, por encima de las presiones sociales, los jefes, o los intereses personales. No tienen ningún miedo a ser criticados sin con ello se les deja poder criticar y expresar todo aquello con lo que no están conformes.
La elección coincide irónicamente con la aceptación, por parte del claustro, de una situación de flagrante injusticia. Los profesores hemos preferido no hacer nada, o más bien, hacer algo: "bajarnos los pantalones" ante quien ejerce el poder. Callamos, aceptamos la situación, dejamos pasar, miramos para otro lado, justificamos la situación ("esto ha sido siempre así", "no se puede cambiar", etc.) ¿Por qué? Quién sabe, la motivación humana es un misterio, aunque imagino que el miedo es la respuesta más certera.
Aunque tengo la esperanza de que al final, hagamos valer la ética profesional y nuestra conciencia personal, no puedo dejar de preguntarme ¿Cuando y por qué cambiamos? Estoy seguro que todos nosotros alguna vez fuimos como estos alumnos. Como ellos ahora, defendíamos aquello que consideramos justo por encima de todo, no reiniciábamos a nuestros principios, no teníamos precio. ¿Qué pasó?, ¿qué nos pasó?
Bueno... yo recuerdo que en mis tiempos de instituto mentíamos bastante... como en las encuestas de intención de voto.
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