pensar con el cine

sábado, 5 de junio de 2010

EL NIÑO, ESE PERVERSO POLIMORFO


A Bea, por la inmerecida injusticia

El niño descrito por Freud es un perverso polimorfo, que dirige sus deseos sexuales hacia cualquier objeto, desorganizadamente y sin represión. ¿No se pasó un poco Freud al describir a nuestro amados hijos, sobrinos, ahijados, alumnos, etc? ¿ Ni tan si quiera mi niño se salva de la quema? ¿Ni tan siquiera Marco, ese modelo de amor incondicional a "la máma" con el que nos avasallaron en nuestra propia niñez? hace algunos años seguramente hubiese respondido que sí, pero claro está, eso era antes de que comenzase a dar clase.
En la última reunión de profesores nos enzarzamos en una corta discusión que zanjó un compañero afirmando con rotundidad "¡no hay niños malos!". ¿Es cierto? ¿seguro que no hay niños malos? Yo creo que mi compañero se equivoca rotundamente, como nos estamos equivocando la mayoría de nosotros cuando nos negamos a ver el mal en nuestros niños. La razón de esta necedad es que la mayoría no admitimos que los niños son, no sé si perversos, pero desde luego, sí polimorfos. El niño que tenemos en casa no muestra la misma cara que el niño que está con sus iguales en el colegio. Nos negamos a ver esto, debatimos con profesores, con tutores, con orientadores, con los padres de otros niños para hacerles ver que no conocen a nuestros hijos, pero, ¿quién es el que no conoce verdaderamente al niño? ¿quién ha caído en ese grave error intelectual del dogmatismo y el reduccionismo?
Ortega defendió que la verdad era la suma de las perspectivas. Si dos hombres observan un mismo paisaje desde posiciones distintas, los dos observarán dos paisajes distintos ¿cuál es el paisaje verdadero? Parece de sentido común afirmar que los dos. La única perspectiva que es falsa es la que se erige a sí misma como la única verdadera y considera a las demás erróneas. ¿No es éste el mismo fundamentalismo que nos lleva a negar la visión que otros tienen sobre nuestros hijos, aunque esos otros sean profesionales y pasen más horas al día con ellos que nosotros?
Una amiga que trabaja en primer ciclo de ESO, me comentó que se había encontrado con una alumnas cuando paseaba con su novio un viernes por la tarde. El lunes, las alumnas se dedicaron a difamar a su profesora por todo el centro, una buena estrategia para desviar la atención la semana en que se daban las notas. Para las alumnas la profesora estaba borracha como una cuba porque iba agarrada a un chico que la sostenía (como ven, un razonamiento inductivo que alabaría el propio Newton, la hipótesis está fundamentado en unos hechos incuestionables). Como aquellos que aún conservan sentido común podrán adivinar, se amonestó a las alumnas y se les intentó hacer reflexionar sobre lo inmoral e ilegal de la conducta. Lo lógico hubiera sido que la historia hubiera acabado con las alumnas pidiéndole disculpas a las profesoras y con las padres de las alumnas apoyando las decisiones que los profesionales en pedagogía tomaron sobre sus hijas. Pero no, la lógica parece ser que sólo habita ya en la mente de los matemáticos, de los programadores informáticos y de las personas que hacen caso omiso de las advertencias de las SGAE. Pues no, el final de la historia fue otro, cual representates de las SGAE los padres se presentaron en el colegio para que la profesora pidiese disculpas a sus hijas. Por que su hijas ver vieron, y si ellas vieron su palabra es palabra de Dios, y claro está, la profesora es la iconoclasta y blasfema que pone en duda esa palabra. Durante la Edad Media la palabra de Aritóteles tenía tanta poder que se utilizaba como argumento de autoridad en la expresión "él mismo lo dijo", así, algo era verdad por la simple razón de que "el mismo lo dijo". Me parece, si me lo permiten, que no hemos avanzado mucho desde entonces, más bien hemos degenerado, ya que al menos los hombres del Mediebo se apoyaban en la palabra del Gran Aristóteles, que nosotros hemos sustituido por la de una niña de doce años,"si ella dice que lo vio, verdad es".
Pero, ¿Cómo puede pasar esto hoy en día? Creo que el pensamiento del italiano A. Gramsci sobre el concepto de "hegemonía" y "poder" puede ilustrarnos bastante. Pero eso lo desarrollaré en el siguiente post, del que de momento tan sólo les adelanto el título:
La hegemonía del enano

1 comentario:

  1. Hasta el momento el mejor "post".
    Voy a recomendar su lectura a todas las chicas de la peluquería.
    Espero con impaciencia el próximo.

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