pensar con el cine

martes, 1 de junio de 2010

¡El secreto de la felicidad!



A veces las cosas nos pasan por preguntar, o dicho de otro modo, hay que tener cuidado con lo que preguntas porque pueden responderte.

Pedí a a mis alumnos que me hiciesen un breve ensayo en el que expusiesen su concepto de felicidad y el estilo de vida que consideran que puede ser el mejor medio para alcanzarla. Entre un taco de trabajos que no se diferenciaban mucho entre sí, y que venían a afirmar practicamente lo mismo, encontré lo que sigue:


  • ¿Qué es la felicidad? Que no me echen la bronca mis padres, que son unos pesaos, que me pongan buenas notas y encontrar a alguien que te corresponda

  • ¿Qué estilo de vida es el mejor para alcanzarla? LA DIETA MEDITERRÁNEA, ES DECIR, DESAYUNAR TODOS LOS DÍAS PAN CON ACEITE
Al principio, como es lógico, me reí bastante con la respuesta del pan con aceite. Me faltó el tiempo para ir a buscar a este "terrorista del pensamiento" e intentar entender qué es lo que tenía en su cabeza cuando escribió semejante cosa. Y la verdad es que el chaval no tenía mucho más que explicarme, yo le pregunté y él me respondió sinceramente lo que pensaba, y lo que pensaba era lo que era, no había más profundidad en sus palabras... ¿o sí?... Derrepente recordé un articulo que leí hace muchos años de Manuel Vincent sobre el aceite, el pan, la vida y la felicidad. ¿Sería el mismo pensamiento el que estaba recorriendo las venas que regaban el cerebro de mi alumno?
Bueno la respuesta os la dejo a vuestra consideración, y para ello os rescato el artículo del baúl de la memoria, un bául hecho con madera de olivo, ¿cómo si no?

REGALO

Un joven artista recién llegado de Italia me ha traído de regalo un queso parmesano, una botella de aceite y un tarro de miel. El aceite procede de unos olivos de Viterbo, que están arraigados desde siempre sobre ruinas etruscas: debajo de sus raíces hay tumbas, gradas de teatro y arcillas de dioses sonrientes. Cada año toda esa cultura milenaria da una cosecha, y cuando uno derrama su zumo por la mañana sobre una rebanada de pan candeal acabada de tostar, no está sino elaborando una plegaria que hará soportables los crímenes que sucederán a lo largo del día.

Este joven artista llegará muy lejos. Ha ido por primera vez a Italia a ver a su novia, que tiene un abuelo campesino de 90 años en Anzio y no se ha molestado en visitar Roma ni tampoco se ha acercado a Florencia. Desechando a Botticelli, Da Vinci, Miguel Ángel y Bernini, ha comenzado por iniciarse en la sabiduría que está debajo de estos creadores. El joven artista ha pasado su primer viaje a Italia sin salir de casa, escuchando a un campesino muy viejo que estaba haciendo todavía las mismas cosas naturales que que hacía Virgilio. En Roma, en Florencia y en Venecia sólo había un gentío con mochilas y chancletas, pero él tenía alrededor los olivos, las ovejas, las colmenas que dieron sustancia a los primitivos héroes.

Hay que empezar por el principio. No es posible degustar la perfección de una Virgen de Rafael si uno previamente no se ha extasiado ante el sabor del queso parmesano. No se puede admirar la profundidad de cualquier carne de Tiziano si no se comprende la luz condensada que se halla capturada en el interior de una gota de aceite o de miel. Los cinco sentidos son vasos comunicantes: juntos confluyen en esa cúspide que es la inteligencia sensible. Mientras en el agosto ferruginoso de Italia las manadas de turistas sudados se reproducían en las escalinatas, este joven artista estaba sentado en el tronco de un olivo de Viterbo, en cuyas raíces había dioses con los ojos de aceite. He aceptado el regalo como una lección.

Manuel Vicent

(El País, 8-10-1995)

No hay comentarios:

Publicar un comentario